domingo, 17 de mayo de 2009

a mi mujer...

Ayer vi tu rostro entre la gente, ayer lo vi.
Entre la gente, entre las malezas, entre las hienas,
lo ví.
Parada como tú, radiente y ardiente como tú,
te ví.
Potente, sordomuda, traviesa, delirante, hablante, amante,
como tú, te vi.
Apareciste traicionando mis sentidos, mis voluntades,
te volcaste sobre mi como piedra,
como talante al rojo,
como escuadra de bombarderos verdes y submarinos amarillos.
No levantaste tu mirada, sonreíste,
me gritaste a la cara en silencio,
te revolcaste en el colchón de tu dulzura,
y volaste con las alas de tu encanto.

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